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Una Mujer Estresada

La otra mitad

La otra mitad

Hoy tocaba desahogar las estanterías. Había que ordenar los apuntes para septiembre y tirar los que no me valieran para nada, y es justo lo que he estado haciendo durante una hora.

No es que me moleste ordenar o tirar cosas inservibles. Lo que no me gusta es remover el pasado. Cada hoja, cada notita de bromas escrita en clase o alguna que otra foto que encuentro entre los folios... todo me trae recuerdos del año que ha pasado. Y no lo puedo evitar, soy tremendamente nostálgica. Las mudanzas y los cambios de ciudad me han enseñado a abusar de los recuerdos alguna que otra vez. Intento dejar esa mala costumbre, pero a veces es inevitable darse de bruces con ella.

Y una de las cosas que he encontrado ha sido media baraja. Hace dos años nos regalaron en la facultad media baraja a las chicas y la otra media a los chicos. El juego consistía en buscar nuestra media baraja, tal y como dice el paquete en la imagen. En aquel momento me pareció una verdadera estupidez, original pero estúpida... Y dos años después mi media baraja sigue ahí sola y olvidada entre cientos y cientos de hojas viejas.

Así que metí la estúpida e inservible media baraja en la bolsa con el resto de los folios que iba a tirar. Pero al de un rato recapacité, la saqué, le limpié el polvo y la dejé en la estantería, al lado de un casette de la Velvet Underground "Live with Lou Reed". Sé que no tiene sentido guardarla. Sólo tengo los oros y las copas... ¿y qué voy a hacer sólo con media baraja?

No lo sé. No tengo ni idea de por qué guardo esta porquería, pero me debe estar afectando. Mi subconsciente debe hacer algún tipo de analogía que no acabo de comprender del todo. Sólo espero no encontrármela aquí dentro de otros dos años, porque entonces sí que tendré que tirarla.

O quizás tampoco me atreva... quién sabe.

Ain't no feelin' like beeing free!

Ain't no feelin' like beeing free!

No, como dijeron las Destiny's, no hay nada como sentirse libre. Hoy acabé mi último examen y ya puedo gritarlo:

¡¡¡SOY LIBRE!!!

Aunque ahora me duela todo y esta noche casi no haya dormido con los nervios (sí, soy muy nerviosa), aunque hoy salga a celebrarlo y me caiga de sueño a las 3 de la madrugada, soy libre. Aunque la de mercantil me haya puesto un cate como una casa, soy LIBRE! Y no me importa suspender su asignatura porque tengo 12 créditos gratis el año que viene para poder pagarla. Gracias a vosotros, conseguí matrícula de honor en el trabajo de políticas (no está bien, no, ¡pero para una vez que tengo una hay que decirlo! :P ).

Así que hoy Anaira y yo iremos al Trafalgar, como siempre, a celebrar la libertad provisional con nuestro querido camarero y a emborrachar a Julián (no recuerdo la última vez que aguanté yo a Julián borracho en vez de a la inversa) Los dos se van fuera este verano, pero volveremos a vernos pronto.

Ayy... lo siento pero no consigo escribir más sin desvariar. ¡¡Necesito una cura de sofá!!

¡Biquiños desde mi nueva libertad! :)

Uña y carne

Uña y carne

No creo que Ana se sintiera con fuerzas para pegar los cristales rotos. No creo que las tenga en mucho tiempo, aunque sé que algún día alguien le prestará un buen pegamento e intentará reconstruirlos.

Allí, frente al semáforo más largo de la ciudad se sentía fuerte, pero en realidad se encontraba en el standby con menos sentido de su vida. Creía no depender de nada, de nadie. Utilizaba lo que quería cuando quería, y cuando no, lo dejaba. Siempre acompañada, acompañada y sola a la vez. Y aunque a ratos era consciente de ello, nunca se paraba a pensar de qué iba todo aquello por si volvían los fantasmas de una cafetería llena de gente, llena de nadie que supiera cómo se sentía después de perder lo que siempre había creído tener.

Empezaron a cruzar. Ana les seguía por inercia, pensando en nada, sin oír a esa multitud que la rodeaba. Se sentía inmune a todo y a todos, hasta aquel instante en que algo sostuvo su brazo y le preguntó: ¿Me has perdonado?.

Levantó la vista y le sobró toda la multitud menos una persona. Se encontró con sus dos almohadas, sus zapatillas de andar por casa y el periódico del fin de semana. Se encontró con lo único que nunca le había sobrado, a pesar de que hubiera intentado emborronarlo doscientas veces en sus cuadernos. Todo, le sobraba casi todo, menos aquello.

- Ana, dime que me has perdonado. Ana... no puedo dormir por la noche. Por favor Ana, dime algo...

Pero no podía decir nada. Sólo oía Ana, Ana, Ana. Y no había palabras para acariciar tanta alegría por compartir esos sueños y recordar esas sonrisas, esos primeros años, las carreras en la noche, los primeros chicos... todo rebotando en su mente. No tenía palabras para expresarlo, no. Sólo tuvo lágrimas al darse cuenta de que a pesar de aquella confesión ya nada volvería a ser como antes. A Irene la habían deslumbrado los focos hasta hacerle olvidar absolutamente todo lo que tenía. Nadie pudo evitar que sucediera, pero ahora ya no había marcha atrás.

Y Ana, la fuerte, la no-dependiente, la que usaba y tiraba lloró en medio de una calle llena de gente, frente a la parada del bus y a la caseta de información turística. Lloró como se llora por las cosas pequeñas y valiosas, por un viejo recuerdo en una caja de latón. Se desplomó como lo hacen los edificios mal cimentados, las casitas de madera. Había puesto mal algunos ladrillos, pero aún estaba a tiempo de volver a colocarlos.

Ahora Irene se encarga de recordárselo dos veces al año, frente a una copa stracciatella. Lo malo es que la chapuza de Irene es todavía peor que la de Ana... pero ella siempre ha sido una altruista, además de una muy buena mentirosa. El castillo de naipes de Irene se mantiene en equlibrio, pero se balancea peligrosamente.

¿Estará Ana dispuesta a sostenerlo?

Objetos perdidos

Objetos perdidos

Una mirada castaña que desafíe a una verde. Una frase ingeniosa contra una ironía. Una sonrisa cálida que derrita los cubitos. Un acierto que enmiende nuevos fallos. Un amante del desorden que no soporte el perfeccionismo. Unos pies en la tierra que controlen altos vuelos. Unos nervios templados que apaciguen el estrés. Un CD de rock contra uno de soul. Unos dedos curiosos que enreden tirabuzones. Una aplicación práctica contra novelas de ficción. Un instante de certeza contra horas de incertidumbre. Un abazo grande contra un cuerpo pequeño.

Un perro y un gato, el día y la noche, el norte y el sur... y un par de cervezas.

P.D.: Aquel que los encuentre tendrá ante si a dos almas gemelas

Ring, ring

- Diga
- ¡¡¡¡¡¡¡¡OEOEOEOEOEEEEEEEEEEE!!!!!!!! ¡¡BABYBOY NANANANANAAAAA!!!
- (?) ¿A... Anaira?
- Somos coalición, ¡¡¡¡somos coalicióooooooooooooon!!!!
- Ya, ya... qué energía
- ¿Ya, ya? "ya, ya" no. Despierta, ¡porque tú y yo representamos la coalición de este país y hay que celebrarlo!
- Y luego yo soy la reividicativa, claro. Qué coño... pero si son las primeras elecciones que ganamos ¡Hoy lo perdemos todo! Paso a buscarte a la noche
- Ahí, ahí, ¡¡¡QUE ESTOY EN LLAMAAAAAAS!!!

No sé por qué presiento que hoy toda esa energía va a acabar conmigo. ¡Y eso que le han puesto un collarín! Al final verá a uno, dos, tres, cuatro, cinco panfletistas en vez de cerdos. Me voy a por los tenis por si hay que correr...

Legisladoras "pofesionales"

Legisladoras "pofesionales"

6.00 am: Me despierto. Genial... he dormido 3 horas y media. Como ya no puedo conciliar el sueño repaso un par de hojas del examen de mercantil.

8.40 am: Entro en la facultad. Procuro llegar pronto para tomar el primer capuchino sin encontrarme con manadas de gente histérica prediciendo su inminente suspenso. Genial... se me olvidaba que después de cuatro años mis amigos ya conocen esa absurda manía y han llegado antes que yo para contagiarme su histeria colectiva.

9.15 am: "Legislación del contrato de franquicia". A ver. Me he estudiado 40 contratos mercantiles más patentes, marcas, cláuslas, letras de cambio, cheques y pagarés. ¿De verdad se piensa esta flipada que me se todas las legislaciones de cada uno de los 40 contratos? Inventemos pues. Mmm... Ley de Franquicias, Código de Comercio y Ley de General de Consumidores y Usuarios.

"Contenido del crédito documentario". A ver. Hay crédito bancario. Hay préstamo mercantil. Hay descuento bancario. Hay depósito bancario. Me acuerdo de todos, pero precisamente de este no tengo ni puta idea.

10.20 am:

- Oye Sandra, qué legislación de franquicias pusiste tú?
- Ley de franquicias y Código de Comercio
- Ah guay, yo también. Lo tenemos bien entonces
- A ver que miro... ¡joder, no! Aquí pone Derecho de la Competencia y Ley del Comercio minorista. ¡La hemos cagado del todo! ¡¡nos hemos inventado una Ley de Franquicias!!
- ¡¡Cáaaallate que yo para más inri le puse la Ley de Consumidores!! ¡Dioooooos!

Vale, va a flipar cuando vea la de leyes que inventamos, pero me he echado unas risas.

Eso sí, no me reiré tanto cuando vea la nota...

Norma en los ojos de Ángel

Norma en los ojos de Ángel

Puso un vinilo de la Velvet Underground, señaló el póster de Marilyn y dijo:

- ¿Sabes por qué Marilyn tenía esa mirada tan bonita?
- No
- Porque era miope, como tú. Por eso no conseguía fijar su mirada en un punto exacto del objetivo. Era eso lo que hacía que sus ojos desprendieran un magnetismo tan especial


... Y así consiguió aliviar mis sollozos cuando me pusieron las primeras gafas.

No recuerdo demasiado de mi tío, se fue a Nueva York cuando yo tenía ocho años. Siempre me recibía cogiéndome en brazos y lanzándome varias veces al aire. Recuerdo que cuando volvía de Salamanca bajábamos a buscar a sus amigos al Paraíso Perdido y en unos segundos dibujaba mi retrato en una servilleta de papel. Recuerdo que liaba cigarrillos y veía conmigo los dibujos animados. Odiaba las natas de la leche. Recuerdo que dejó Bellas Artes porque ya conocía todas las técnicas que le estaban enseñando. Mi abuela siempre decía que hablaba inglés con acento americano. Recuerdo que le retorcí un dedo jugando y que luego me dió tanta pena que se lo cubrí con todas las tiritas que encontré en el cuarto de baño. Y recuerdo el enorme poster de Marilyn Monroe que presidía su estudio. Hace ya 14 años que ese póster no está ahí, pero una simple foto de Marilyn en Google me lo ha vuelto a enseñar, y lo he recordado todo.

Ahora el Paraíso Perdido es mi lugar preferido. Nunca he estudiado Bellas Artes, pero sí dibujo en las servilletas de papel de los bares, aunque no tan bien ni tan rápido como él solía hacerlo. Ahora soy yo quien lía los cigarrillos, pero ya no tengo con quién ver los dibujos animados. No soporto las natas de la leche. Prefiero curarme las heridas sola, aunque las tiritas siempre se me acaben despegando... y tengo un inevitable acento americano.

Su estudio ya no es su estudio, ahora es una habitación solitaria con una mesa de arquitecto llena de cachibaches. El póster de Marilyn se ha perdido, pero yo recuerdo exactamente donde estaba colocado. Y a mí también me parece una de las mujeres más hermosas que he visto nunca.

Norma y yo sólo compartimos una fuerte miopía y la talla del vestido. Lástima que no me pueda prestar ese magnetismo tan especial que Ángel sentía en su mirada.

- ¿Por qué tú nunca te pones un vestido como ese?
- Porque para llevar ese vestido hay que tener práctica desde los trece años, cariño

(La pareja de "Niágara", hablando de Marilyn Monroe)

La del otro lado

La del otro lado

La chica del otro lado debe ser mi reflejo. También tiene veintidós, porque somos capicúa, pero es nuestro único parecido: en todo lo demás somos totalmente antónimas.

Mi lado derecho es su izquierdo, y su izquiero mi derecho. Ella es cálida por fuera pero por dentro es puro hielo. Por eso quienes no la conocen la acusan de ser demasiado sensible... será que no han llegado al fondo todavía. Le gusta el deporte, pero odia bailar. Disimula genial cuando cuenta mentiras. No usa gafas ni lentillas. Odia las fotografías. No le gusta desgastar los momentos especiales. Es patinadora profesional. Musicalmente, perfecta. Su expediente académico es una maravilla.

Pero también tiene muchos defectos. Todavía confía demasiado en la gente y cree en cosas absurdas, como el amor o la amistad ciega. Muchos dicen que esa actitud le hará perderse las cosas importantes de la vida, pero ella sigue empeñada en encontrar esas cosas que nunca ha tenido, todos esos imposibles, en vez de fijarse en las cosas que la acompañan todos los días. Parece estar tan cuerda como media humanidad, y es algo realmente preocupante. Aunque es posible que algunas cosas sólo sean pura fachada...

Menos mal que sólo es el reflejo de una galería, porque casi es tan complicada como muchos de los que están al otro lado.

No es por dar envidia, pero...

No es por dar envidia, pero...

Tenemos varias bandejas de enoooormes sardinas. Tenemos pan de millo (maíz). Tenemos tintorro y gaseosa. Y en cuanto acabe este post bajaré a mezclar el cacho.

Como muchos sabréis, el cacho es una mezcla de flores silvestres, especias y hierbas aromáticas (malvas, manzanilla, tomillo, hojas de zarza, hierbaluisa, romero, espliego...) que las chicas utilizan para lavarse la cara la mañana de san Juan. Se supone que haciéndolo conservaremos nuestra juventud. Después hay que dejar las hierbas en el balcón. La otra parte de la tradición es beber agua de un manantial o una fuente para casarse pronto (creo que aquí habrá tortas por no beberla).

En fin, espero que podáis disfrutar de esta noche con unas cuantas sardinas y al calor de una cacharela. Yo ahora me dispongo a mezclar las hierbas y ayudar con las sardinas... vaya perfume que nos va a quedar.

No os olvidéis de saltar ¡y mucho cuidado con el fuego! :)

Madrugadas de verano

Madrugadas de verano

Medianoche, verano y veintisiete grados en el termómetro de exteriores. Los dedos de unos pies descalzos rozan las baldosas de esta terraza tratando de seguir el ritmo de Money for nothing. Mientras, se escucha el incesante tecleo de un portátil tratando de recordar aquellas viejas lecciones de piano y mecanografía, que parecen no haber dejado mucha huella. Es la primera vez en cuatro años que se respira tranquilidad en el valle durante el mes de junio, mientras la ciudad más cercana continúa su frenético período de exámenes. La noche, las luciérnagas, el licor café, un paquete de filtros y la nada. Unas sandalias de tanza, un vestido de tirantes, unas clavículas resentidas y la penumbra del horizonte. Y no hay absolutamente nada, aparte de la oscuridad y yo. Anaira duerme. Está muerta de cansancio por el esfuerzo y confiesa que no sabe qué hacer con su vida. Yo sí lo sabía antes de formatearlo todo, ¿aunque con esta oscuridad quién podría recordarlo? Total, ni que me interesara lo más mínimo.

Hoy se supone que íbamos a ver una luna gigante, pero joder... yo no veo nada. Ni el destino de Anaira, ni los archivos de mi disco duro, ni la luna gigante. Cuanto más crezco peores son mis consejos y mi astigmatismo y más se acentúa esa repentina tos al despertarme. Debería liar otro cigarrillo, no puedo defraudar a mis bronquios mañana por la mañana. Total en esta oscuridad sólo nos vamos a enterar ellos y yo. Bueno, y Mateo, pero no creo que un gato intente delatarme.

Ya huele a julio y a eucaliptos. Se respira tranquilidad e incertidumbre, y lo cierto es que podría estar inhalándola todas las noches de verano así, sentada en el porche de casa y sin tampoco saber qué hacer con mi vida.

Total, ni que me importara lo más mínimo.

En la foto: Anne Francis, en Girl of the night (1960)

Mi teoría de la relatividad

Los economistas se dividen en absolutistas y relativistas. Algunos creen que las cosas han de ser de una determinada forma, sin admitir ningún tipo de variación o mostrar reticencias hacia sus propios planteamientos. Otros nunca dejan de cuestionarse todo lo que observan, dudando en cada momento si hay un único método de análisis para abarcar ese problema que estudian. Quizá dentro de cinco años no recordéis cómo se calcula una matriz lagrangiana, pero durante su transcurso decidiréis si vais a ser absolutistas o relativistas para el resto de vuestras vidas.

No recuerdo cómo hacer un leasing. No recuerdo quién inventó la primera mule jenny tricotadora. No sé cómo se llama mi profesor de econometría. Pero después de todos estos años, todavía recuerdo la presentación de Menéndez explicándonos cómo algún día seríamos absolutistas o relativistas, mientras el que unos meses después sería mi primer novio me pinchaba con la punta del lápiz.

Hasta entonces me sentí totalmente absolutista. Tenía muy clara mi vida, mis principios, los valores que nunca sería capaz de dejar a un lado. Pero poco a poco me di cuenta de que todo era relativo, tanto que empezó a romper muchos de mis esquemas y escalas de valores. Con los años cada vez lo es más y más, porque hay tantos tonos de gris como podría imaginarme al gastar un carboncillo... y me encanta. Descubrirlas es la peor parte, pero cuando tras un tiempo empiezo a asimilarlas me doy cuenta de lo necesarias que son en mi vida. De lo equivocada que estaba. De lo poco que me gusta el blanco y negro y los antónimos absolutos. ¿Por qué me voy a tomar un café solo o un cortado si puedo tomarlo con leche condensada? ¿Por qué tengo que coger el autobús si me encanta cruzar el Campus Sur, aunque sea un camino mucho más largo? ¿Por qué tengo que buscar lo que todas ellas buscan si no me apetece? ¿Tengo que empeñarme en que todo sea maravilloso? Para mí ya es genial como está y no como todo el mundo querría que fuera. Si tiene que aparecer algo mejor, que aparezca: yo no lo voy a buscar más, aunque entiendo que los demás necesiten hacerlo.

Esta es mi relativa vida, con cafés o capuchinos, cruzando el centro o el Campus, tomando una Guiness o una clara, bailando "maneras de vivir" o reggaetton, no buscando lo que no me quiera encontrar o encontrando lo que hacía tiempo que no buscaba. Y lo adoro tal y como está, aunque muchos piensen que estoy taladrada, que dejo pasar muchas oportunidades.

No les diré que no. Ellas pasan de mí y yo paso de ellas, de momento no nos somos tan imprescindibles :)

Que no hablen por mí

Que no hablen por mí

Alucino, alucino con este país.

En Galicia somos grandes exportadores de piezas de montaje automovilístico, de textil, conservas, etc. así que, por favor, no volvamos a exportar algo como Rouco Varela, que hoy lidera la manifestación a favor de la pareja heterosexual en Madrid.

No me importa que se manifiesten, y al contrario de lo que pueda parecer no voy a poner el grito en el cielo, porque soy una acérrima defensora de "hacer lo que te de la gana" siempre que no se moleste a los demás, claro. Que se manifiesten, porque la Iglesia tiene que defender su doctrina, lo raro sería que no lo hiciera.

Pero si esta parte de la Iglesia quiere defender sus preceptos, que sea coherente. Ahora el matrimonio heterosexual es algo sagrado, ¿no? ¿Y qué ocurre con las nulidades que concede el Tribunal de la Rota? A Rocío Jurado se la dieron después de décadas de matrimonio. Qué alegó, ¿inmadurez? A Isabel Preysler también. Miles de personas solicitan esa nulidad todos los días por causas reales y fundamentadas y no se la dan ¿Por qué será?

Qué fariseos somos y cómo nos gusta poner el cazo cuando conviene... El problema no es que una sea madre soltera, o que dos sean matrimonio homosexual por equis causa y quieran adoptar o no un crío. El problema es esta sociedad tan hipócrita y meapilas que nos rodea. El problema es que te miren por encima del hombro por no entrar dentro de los baremos convencionales, por romperles sus loadísimos esquemas. El verdadero problema lo tiene la sociedad, y no los homosexuales.

¿Acaso es resultado de la madre naturaleza que una madre abandone a su hijo? ¿O que un crío se desestabilice pos los problemas que pueda tener en casa? ¿o que un hombre le pegue a su mujer? Anda que no hay asuntos familiares mucho más importantes por los que preocuparse y manifestarse. Gracias a Dios que no toda la Iglesia Católica es así, porque soy consciente de que hay muchos que se la juegan todos los días por ayudar a los demás sin esperar nada a cambio.

Para mí esos son los verdaderos preceptos de la Iglesia, y los únicos por los que me manifestaría si hiciera falta.

Letras de cambio

Letras de cambio

En la foto: el anverso. Abajo tenéis el reverso

Hoy aprenderemos a rellenar una. Para poder hacerlo, todos debéis firmar la de ahí arriba. Supongo que no hay ningún problema, ¿no?

...Ilusos. Primera lección: todo aquel que firme una letra, estará obligado a pagar su importe. ¡Felicidades! ahora todos sois obligados cambiarios (risas malignas).

Brianda quiere comprarse un cortijo en Jaén. La verdad es que le fastidia un poco tener que meterse en créditos hipotecarios, porque David todavía le debe los 50000 € que le pidió prestados para financiar el proyecto de un Fairy que se convierta en champú Johnson's baby. Así que compra un paquete de Camel y una letra de cambio en el estanco más cercano, la firma y escribe en ella su importe. Brianda es nuestra Libradora

Después se la envía a David, que la firma en “acepto” porque todavía no se había leído el tercer renglón de este post. Así, él pasa a ser el Librado y Aceptante.

¿Qué puede hacer Brianda con la letra? Es como si fuera dinero, así la puede utilizar como medio de pago. Y, de hecho, paga con ella a Mónica, que es la dueña de la inmobiliaria que gestiona la venta del cortijo. Ahora Mónica es la Tomadora de nuestra letra.

Pero Mónica tiene una pequeña deuda con el cártel colombiano (ya sabemos todos lo que se cuece en las inmobiliarias) y como no tiene ganas de perder accidentalmente los dedos del pie izquierdo decide hacerse Endosante y pagar al cártel con la letra. Por cierto, Nando es el que dirige el cártel (y ahora, además de mafioso, es Endosatario).

Nando tiene que guardar las apariencias para que Hacienda, que somos todos, no descubra sus chanchullos carteleros, y como no se fía demasiado de Mónica pide a Lidia, la nueva directora del Barclays Bank, que la avale (a punta de pistola, claro). Así, si Mónica es insolvente, Lidia deberá pagar por ella. Y sí, que te obliguen a ser Avalista de una letra de 50000€ es el colmo de la mala suerte...

Recapitulando, ¿cómo están las cosas? Cuando venza el plazo de la letra, David deberá pagársela a Nando, que es su Tenedor legítimo (vamos, el último que la tiene). Si David no paga, deberá pagar Mónica. Si Mónica es insolvente, paga Lidia, su avalista. Y si Lidia no paga...

Apoquina Brianda

(P.D. Lo siento, Cascabel y yo hemos sido lo suficientemente listas para no firmar ese encantador papelito :P)

15 dudas para Che

Esto es parte de un cuestionario que mi amiga Che me ha enviado. Como ella, a mí también me encantan estas chorradas. No está completo, pero si alguno lo queréis para enviarlo, os lo paso. De momento, ahí va un pequeño trozo de mi parte:

1. Un color: el verde

2. Un número: el nueve

3. Un frasco de: Oilily

4. Un paquete de: Drum milde shag (sí, soy masoquista)

5. Una manía: morder la punta del portaminas

6. Colecciono: postales. Siempre que alguien va de viaje, le pido que me envíe una

7. El día más feliz de tu vida: espero que no haya llegado aún, porque si no estoy jodida...

8. Un día en que no dejaste de reír: cuando descubrí a un mirón "espiando" a mi mejor amiga. Yo (y mis cubatas): ¡pero túuuu! puto mirón de los cojones, degggggenerao (nótese la g con rabia) que la tienes máaas (omito el gesto ofensivo exaltando la pequeñez y el resto de la discusión)

9. ¿Impulsivo o reflexivo? Impulsiva siempre... y es bastante peligroso. Actuo un 80% de las veces y pienso un 20% (sí, a veces pienso)

10. ¿Crees en el destino?: Sí

11. ¿Y en las almas gemelas?: Aaaabsolutely!

12. Tu mejor piropo: "eres un sol redondo y amarillo" (pues a mí me moló)

13. ¿Te emocionas con facilidad? Mogollón, soy como Belén Esteban pero a lo bestia

14. Pide algo a alguien: No, que me da vergüenza... jaja.

15. Una postdata: No conviertas la razón y la lógica en una religión, porque con el tiempo la logica te fallará, y cuando esto suceda quizás tengas que refugiarte en la locura

Bradshaw knows good sex

Bradshaw knows good sex

- Samantha: Alguien duda de mi capacidad para ser multiorgásmica
- Charlotte: ¿Cómo?
- Carrie: ¿Acaso eres orgásmica? (risas)
- Samantha: ¿Lo dudas? Que sepas que tengo genes multiorgásmicos. No, son esos dichosos e-mails de la viagra...
- Carrie: ¿Dicen algo interesante?
- Samantha: No, sólo hacen repetir a mi subconsciente “Sé qué no has hecho desde el último veranoooo”
- Charlotte: ¡Dios! Parad ya. A ver, ¿qué hago? Él no me dice nada. No sé qué somos. Estoy desesperada
- Carrie: Deberías estarle agradecida. Es... ¡es el hombre ideal! ¡El paradigma del libertinaje!
- Samantha: Sí, es el hombre perfecto. Sin compromisos. Disfruta mientras puedas.
- Charlotte: ¡¡Pero después de tanto tiempo debería decirme qué somos exactamente!!
- Carrie: Me estás dando urticaria, ¿sabes? Recuerda que los compromisos me dan urticaria. Pase lo que pase no seas tú la que se lo diga. Dale un poco de su propia medicina para que aprenda.
- Samantha: Sí, que vea que él también corre riesgos. Ya sabes cómo son ellos, les asusta el compromiso. No tanto como a Carrie, pero les asusta (risas)
- Carrie: Sí, a veces creo que soy un hombre. Una mujer con cerebro de hombre...
- Samantha: Pero en versión lista y con bragas, ¿no? (risas)
- Charlotte: No sé si es que véis demasiado Sexo en Nueva York o si pretendéis ser las nuevas guionistas, ¡pero hasta Julián me daría consejos con más sentido!
- Samantha: Genial, sales de un paradigma del libertinaje para meterte en otro...
- Carrie: Vaya con Julián... qué suerte tiene el cabrón. ¡Miiiinipunto para las chicas de Juliáaaaan!

Ahora que lo pienso... no somos ellas, pero podríamos pasar por ellas sin demasiado compromiso (aunque con menos zapatos y sin leer el In Style...)

¡Uj! ¿Otra vez?

En vivo y en directo

Hace diez años que mi abuelo empezó a dar guerra en directo. Y digo hace diez porque es exactamente el tiempo que hemos dedicado a conocernos, los otros 65 los pasó en Carteret, concello de New Jersey.

Al principio estaba encantado, porque le pagaban el retiro en dólares y aquí teníamos nuestra modesta peseta, pero desde que el tipo de cambio está a favor del euro se sube por las paredes todos los primeros de mes:

- ¡Este país! ¡Este endemoniado país va a acabar con mi economía! Yikes! (demonios). ¡¡Debería volver a América!!
- ¿Entonces por qué te viniste aquí?
- ¡¡Shhhhh!! Esta niña es una rosmona...

Vamos en el coche. A 20 km/h, cómo no, y cae toque de claxon:

- Abueeelo por Dios, ¡aceleeera!
- (saca la cabeza por la ventanilla) Take it easy meeeeeeen!!! (¡¡relájate, tioooo!!)
- Abuelo, pero es que es normal que se cabree... ¡vamos a dos por hora!
- I don't care! (Y a mí qué)

Voy a visitarle con mi prima de cuatro años, y se le atasca una Polly Pocket debajo del sofá:

- Yikes!
- (?) ¡Oye! ¡¡ooooye!! Eso no se dice, ¡monstruo!
- I don't care
- ¡Aaaaabuelo! ¡Qué le enseñas a la niña!

O vamos al supermercado y...

- ¡Iiiinconcebible niña! En los últimos diez años que estuve...
- ¿En América?
- ¡No seas descarada! Pues eso, que no subió el pan. ¡Ni la leche!
- Y los Levis los regalan, ¿no?
- ¡Pues sí!
- Ah bueno... en ese caso me tendrás que llevar ¿no, avoíño? ¿Cuándo volvemos?
- A ti no te llevo, que eres una rosmona. Me voy a llevar a tu prima.

Es decir. Tengo que ir a dos por hora en su coche, tengo que reeducar a la palabrotera de mi prima pequeña... ¿y ni siquiera unos Levis?

YIKES!

(Te salvas porque eres simpático, cascarrabias)

El momento indicado

El momento indicado

Sé que tengo que tener paciencia, porque lo presiento... presiento que cuando vuelva la lluvia y hayan caido otra vez las hojas me llevaré una gran sorpresa, y no seré yo sola. Lo dice mi alma, y lo siente este nudo en la garganta que de vez en cuando noto. El calor traerá alegría, olor a delial y a césped recién cortado. El frío traerá jerseis e ilusiones. Lo sé, no me preguntéis por qué, porque no lo entiendo ni yo... simplemente lo sé.

Y será el momento indicado, porque no lo habría sido ni hace dos, ni hace seis meses. Lástima que sea una impaciente nata y que a veces sienta la necesidad imperiosa de huir a 1, 2, 3, 4, 5, 6 latidos de aquí para comprobar si estoy en lo cierto. Pero también sé que ahora no es lo suficientemente intenso, que tengo que esperar a que la lluvia y el bajo cero retrocedan 6, 5, 4, 3 ,2, 1 veces conmigo para sentirse algo más cerca. Entonces veremos si mi cuerpo no se confundía al enviar estas señales... otra vez.

La primera tuve razón. La segunda...

En la imagen: Short days of Childhood, de Kira Carrillo Corser

He soñado con dos amigos de Sevilla que Sally y yo conocimos el verano pasado, después del concierto de Estopa. Empecemos por la parte real:

Era un 27 o 28 de julio y mi amiga se iba al día siguiente a Palestina, a trabajar en un campamento de voluntariado internacional. Tras unas cañas y una sesión de cine mudo en el Paraíso Perdido (mi sitio preferido) decidimos salir para celebrar su última noche en Santiago.

Así que empezamos el tour de los vinos por la zona vieja. Y a la altura de Cervantes un andaluz me paró y me preguntó donde estaba el Momo. Se lo expliqué y nos fuimos al Malas Pécoras.

Un par de horas después llegamos al Momo y nos sentamos en la terraza a beber unos mojitos. Entonces alguien se me acercó por detrás y me dijo:

-Illa, ¿sabes donde está el...?
Y sin dejarle acabar, me di la vuelta y le contesté:
- Pero tú que te has creído, ¿que soy tu guía turística?

Y nos echamos a reír. Ni ellos sabía que yo era la misma de antes, ni entendían cómo los había reconocido de espaldas. Nos sentamos los cuatro a hablar, a beber y a fumar (imáginaos cómo giraba todo al levantarnos...). Descubrimos que eramos unos fanáticos del padrino y estuvimos un 20% de la noche rememorando frases míticas de la película, el otro 20% tratando de imitar a Rajoy y un 60% gastanto las pistas de toda la ciudad hasta las 9 de la mañana.

Hace casi un año de todo aquello. Y hoy soñé con ellos y con Sally.

Caracolas

Caracolas

En la foto: Caracolas, de Antonio Cazorla

Fuera: 35 grados y regueros de turistas colapsando la zona vieja.
Dentro: caracolas.

Decenas de vitrinas en el palacio de Fonseca llenas de caracolas de todo el mundo. Y de peceras con todo tipo de moluscos rarísimos. De Japón, de Jordania... increíble. No se puede encontrar una sorpresa mejor en una exposición de esta ciudad (porque quitando la thyssen bohrnemisza, pocas cosas buenas se ven últimamente por aquí) y más si está bajo este techo de madera labrada... No podría haber olvidado la cámara de fotos en mejor ocasión.

Al fondo un púlpito y una puertecilla entreabierta. Entre caracola y caracola me pregunto si debería asomarme y curiosear qué hay ahí dentro, y cuando salen de la sala los últimos turistas aprovecho para asomar la nariz y ver qué se cuece por ahí.

Hay unas veinte sillas en total oscuridad frente a una pantalla en la que sólo se escucha el suave murmullo del mar. Me siento, cierro los ojos y al de unos minutos noto crujir la madera... pero estoy tan a gusto que ni siquiera los abro. Y, de repente, noto una suave brisa en el cuello y una voz que susurra: "sabía que vendrías aquí".

- ¿Y también sabías la hora?
- Sí, y eso que la del tarot y las intuiciones eres tú
- ¡Minipunto para el equipo de los chicos! Bueno, reserva la próxima frase ingeniosa para tus dos novias, te invito a una caña.


Lo mejor de que Julián por fin viva aquí es que siempre consigue convertir la rutina en casualidades, incluso en un museo lleno de caracolas :)