Mi teoría de la relatividad
Los economistas se dividen en absolutistas y relativistas. Algunos creen que las cosas han de ser de una determinada forma, sin admitir ningún tipo de variación o mostrar reticencias hacia sus propios planteamientos. Otros nunca dejan de cuestionarse todo lo que observan, dudando en cada momento si hay un único método de análisis para abarcar ese problema que estudian. Quizá dentro de cinco años no recordéis cómo se calcula una matriz lagrangiana, pero durante su transcurso decidiréis si vais a ser absolutistas o relativistas para el resto de vuestras vidas.
No recuerdo cómo hacer un leasing. No recuerdo quién inventó la primera mule jenny tricotadora. No sé cómo se llama mi profesor de econometría. Pero después de todos estos años, todavía recuerdo la presentación de Menéndez explicándonos cómo algún día seríamos absolutistas o relativistas, mientras el que unos meses después sería mi primer novio me pinchaba con la punta del lápiz.
Hasta entonces me sentí totalmente absolutista. Tenía muy clara mi vida, mis principios, los valores que nunca sería capaz de dejar a un lado. Pero poco a poco me di cuenta de que todo era relativo, tanto que empezó a romper muchos de mis esquemas y escalas de valores. Con los años cada vez lo es más y más, porque hay tantos tonos de gris como podría imaginarme al gastar un carboncillo... y me encanta. Descubrirlas es la peor parte, pero cuando tras un tiempo empiezo a asimilarlas me doy cuenta de lo necesarias que son en mi vida. De lo equivocada que estaba. De lo poco que me gusta el blanco y negro y los antónimos absolutos. ¿Por qué me voy a tomar un café solo o un cortado si puedo tomarlo con leche condensada? ¿Por qué tengo que coger el autobús si me encanta cruzar el Campus Sur, aunque sea un camino mucho más largo? ¿Por qué tengo que buscar lo que todas ellas buscan si no me apetece? ¿Tengo que empeñarme en que todo sea maravilloso? Para mí ya es genial como está y no como todo el mundo querría que fuera. Si tiene que aparecer algo mejor, que aparezca: yo no lo voy a buscar más, aunque entiendo que los demás necesiten hacerlo.
Esta es mi relativa vida, con cafés o capuchinos, cruzando el centro o el Campus, tomando una Guiness o una clara, bailando "maneras de vivir" o reggaetton, no buscando lo que no me quiera encontrar o encontrando lo que hacía tiempo que no buscaba. Y lo adoro tal y como está, aunque muchos piensen que estoy taladrada, que dejo pasar muchas oportunidades.
No les diré que no. Ellas pasan de mí y yo paso de ellas, de momento no nos somos tan imprescindibles :)
No recuerdo cómo hacer un leasing. No recuerdo quién inventó la primera mule jenny tricotadora. No sé cómo se llama mi profesor de econometría. Pero después de todos estos años, todavía recuerdo la presentación de Menéndez explicándonos cómo algún día seríamos absolutistas o relativistas, mientras el que unos meses después sería mi primer novio me pinchaba con la punta del lápiz.
Hasta entonces me sentí totalmente absolutista. Tenía muy clara mi vida, mis principios, los valores que nunca sería capaz de dejar a un lado. Pero poco a poco me di cuenta de que todo era relativo, tanto que empezó a romper muchos de mis esquemas y escalas de valores. Con los años cada vez lo es más y más, porque hay tantos tonos de gris como podría imaginarme al gastar un carboncillo... y me encanta. Descubrirlas es la peor parte, pero cuando tras un tiempo empiezo a asimilarlas me doy cuenta de lo necesarias que son en mi vida. De lo equivocada que estaba. De lo poco que me gusta el blanco y negro y los antónimos absolutos. ¿Por qué me voy a tomar un café solo o un cortado si puedo tomarlo con leche condensada? ¿Por qué tengo que coger el autobús si me encanta cruzar el Campus Sur, aunque sea un camino mucho más largo? ¿Por qué tengo que buscar lo que todas ellas buscan si no me apetece? ¿Tengo que empeñarme en que todo sea maravilloso? Para mí ya es genial como está y no como todo el mundo querría que fuera. Si tiene que aparecer algo mejor, que aparezca: yo no lo voy a buscar más, aunque entiendo que los demás necesiten hacerlo.
Esta es mi relativa vida, con cafés o capuchinos, cruzando el centro o el Campus, tomando una Guiness o una clara, bailando "maneras de vivir" o reggaetton, no buscando lo que no me quiera encontrar o encontrando lo que hacía tiempo que no buscaba. Y lo adoro tal y como está, aunque muchos piensen que estoy taladrada, que dejo pasar muchas oportunidades.
No les diré que no. Ellas pasan de mí y yo paso de ellas, de momento no nos somos tan imprescindibles :)
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