Noches de Gabiria
Fue una cosa muy extraña. Porque yo apenas lo conocía y era amigo de un chico con el que había salido.
Yo tenía 18 años y él 20. Simplemente se vino aquí a estudiar, salimos una noche para enseñarle la ciudad y acabamos bebiendo porrones de vino con mora, robando cartas de un buzón, escalando la fuente de la plaza de Abastos e imitando a Madonna en el Ruta con dos conos que encontramos Dios sabe dónde...
Pocas veces me reí tanto en mi vida. Era un crack inventando nombres. Fue él quien me puso lo de Inchina (de "made in China", por los ojos rasgados y la maña con los palillos). Me grababa canciones rarísimas... su ordenador era una auténtico hervidero de cosas extrañas y sin sentido. Lo mejor eran las canciones de David Bowie. Y la película aquella, del laberinto (demencial...). Incluso nos inventamos un amigo imaginario que solía atacarnos por la noche en pleno baile: el gnomo de Bisbowie (híbrido de David Bisbal y David Bowie. Y aunque no lo creáis, yo sentía cómo me agarraba la pierna los jueves por la noche).
Una vez su madre le llamó y estaba en un estado tan caótico que empezó a describirle cómo trepaban los líquenes por la catedral. Otra vez Kiko y yo nos cargamos su sofá (fue un accidente...). También le escondimos el inhalador entre la ropa sucia, le embadurnamos la taza del váter con desodorante, descorchamos una botella de Ribeiro y "bautizamos" la pared... (en venganza más de una vez mis tenis salieron volando por la ventana).
En su nevera sólo había cerveza, zumo, bistecs y calamares a la romana (sin olvidarnos de su sagrado tabasco...). Intentó enseñarme a tocar la guitarra pero, definitivamente, no tenía madera de profesor. Y lo cierto es que no debía ser culpa mía, porque su vecino el heavy del tercero, que vino a buscarnos antes de presentarse por citación judicial en Fontiñas, me enseñó más acordes en media hora que los que aprendí en una semana de clases con Leis (ahí si que no había quien viviera...).
Ahora se ha mudado y ya casi no lo veo. Es una pena, porque éramos los compañeros de juerga ideales, pero así es la vida. El sábado volví al Porrón y salté otra vez a lo matrix entre los muros de los callejones... pero definitivamente nunca me saldrá tan bien como a él. Tampoco me ha vuelto a atacar el gnomo de BisBowie.
Menudo par de ingratos. ¡A ver cuando volvéis!
-Oh, I ought to report you to the Gnome office
-Ha ha ha, hee hee hee... I'm a laughing Gnome and you can't catch me
(The Laughing Gnome, de David Bowie)
Yo tenía 18 años y él 20. Simplemente se vino aquí a estudiar, salimos una noche para enseñarle la ciudad y acabamos bebiendo porrones de vino con mora, robando cartas de un buzón, escalando la fuente de la plaza de Abastos e imitando a Madonna en el Ruta con dos conos que encontramos Dios sabe dónde...
Pocas veces me reí tanto en mi vida. Era un crack inventando nombres. Fue él quien me puso lo de Inchina (de "made in China", por los ojos rasgados y la maña con los palillos). Me grababa canciones rarísimas... su ordenador era una auténtico hervidero de cosas extrañas y sin sentido. Lo mejor eran las canciones de David Bowie. Y la película aquella, del laberinto (demencial...). Incluso nos inventamos un amigo imaginario que solía atacarnos por la noche en pleno baile: el gnomo de Bisbowie (híbrido de David Bisbal y David Bowie. Y aunque no lo creáis, yo sentía cómo me agarraba la pierna los jueves por la noche).
Una vez su madre le llamó y estaba en un estado tan caótico que empezó a describirle cómo trepaban los líquenes por la catedral. Otra vez Kiko y yo nos cargamos su sofá (fue un accidente...). También le escondimos el inhalador entre la ropa sucia, le embadurnamos la taza del váter con desodorante, descorchamos una botella de Ribeiro y "bautizamos" la pared... (en venganza más de una vez mis tenis salieron volando por la ventana).
En su nevera sólo había cerveza, zumo, bistecs y calamares a la romana (sin olvidarnos de su sagrado tabasco...). Intentó enseñarme a tocar la guitarra pero, definitivamente, no tenía madera de profesor. Y lo cierto es que no debía ser culpa mía, porque su vecino el heavy del tercero, que vino a buscarnos antes de presentarse por citación judicial en Fontiñas, me enseñó más acordes en media hora que los que aprendí en una semana de clases con Leis (ahí si que no había quien viviera...).
Ahora se ha mudado y ya casi no lo veo. Es una pena, porque éramos los compañeros de juerga ideales, pero así es la vida. El sábado volví al Porrón y salté otra vez a lo matrix entre los muros de los callejones... pero definitivamente nunca me saldrá tan bien como a él. Tampoco me ha vuelto a atacar el gnomo de BisBowie.
Menudo par de ingratos. ¡A ver cuando volvéis!
-Oh, I ought to report you to the Gnome office
-Ha ha ha, hee hee hee... I'm a laughing Gnome and you can't catch me
(The Laughing Gnome, de David Bowie)
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