Evadiendo realidades
Dos años después volví a casa, y vi mis farolas perderse entre los adoquines de las calles, tal y como lo hacían antes de mi ausencia. Todo estaba igual, todo, menos nuestro barrio. La especulación inmobiliaria había convertido mi pequeño barrio obrero en largas hileras de edificios de piedra patrullados por policías. Y ya no estaba la antigua casa del alcalde, aquella casa que entraba a investigar por la puerta trasera. La casa abandonada que tenía el octavo escalón roto, donde tantas veces enganché mis sandalias. La que tenía una gran galería de madera, donde encontré un antiguo álbum de fotos en blanco y negro.
Ahora, en vez de la vieja casa del alcalde hay un gran abismo entre dos edificios. Y me duele... me duele tanto que de la noche a la mañana parte de mi vida desapareciera de golpe y plumazo que no sé cómo escribirlo. Sé que la culpa fue mía por irme lejos, por no entrar en la casa por última vez. Por olvidarme allí el álbum de fotos, que ahora sepultan sus escombros. Pero han pasado dos años y ya no hay vuelta atrás.
Tampoco a ti te conocía lo suficiente. De hecho, creo que empecé a conocerte cuando ya prácticamente me había marchado, pero estaba claro que las cosas así no tenían una lógica: eran antinaturales. Y ahora, después de tanto tiempo, camino por los muelles del puerto imaginando cuántas veces tu los pisaste mientras yo no estaba. Y sueño con que apareces de mil formas distintas y dices que los dos años te han parecido dos días, y que en dos días nadie se conoce, así que de ahora en adelante no tendremos más labor que investigarnos mutuamente.
Pero no es verdad. Es mágico imaginarlo, pero en el fondo sé que todo es una farsa que invento en mi mente para no dar más vueltas a lo inevitable. Sé que se encharcarán mis sandalias en la espera porque no pronunciarás esas palabras. Sé que no vendrás a secas, y no lo harás porque no tiene sentido. Yo no lo haré porque no tengo el valor suficiente, porque yo sí que no tengo alma de aventurera.
Y al final será como una de las páginas que leo antes de dormir. La viviré con intensidad mientras dure la lectura, y después la pasaré y apagaré la luz. Sólo será una página entre cientos de páginas de un libro... entre cientos de libros en una gran biblioteca...
¿Y si pierdo el marcapáginas?
Nada es tan urgente, nada tan importante... nada merece más la pena que el instante que tenemos delante, y el siguiente, y la oportunidad de hacerlo diferente.
(Kase o)
Ahora, en vez de la vieja casa del alcalde hay un gran abismo entre dos edificios. Y me duele... me duele tanto que de la noche a la mañana parte de mi vida desapareciera de golpe y plumazo que no sé cómo escribirlo. Sé que la culpa fue mía por irme lejos, por no entrar en la casa por última vez. Por olvidarme allí el álbum de fotos, que ahora sepultan sus escombros. Pero han pasado dos años y ya no hay vuelta atrás.
Tampoco a ti te conocía lo suficiente. De hecho, creo que empecé a conocerte cuando ya prácticamente me había marchado, pero estaba claro que las cosas así no tenían una lógica: eran antinaturales. Y ahora, después de tanto tiempo, camino por los muelles del puerto imaginando cuántas veces tu los pisaste mientras yo no estaba. Y sueño con que apareces de mil formas distintas y dices que los dos años te han parecido dos días, y que en dos días nadie se conoce, así que de ahora en adelante no tendremos más labor que investigarnos mutuamente.
Pero no es verdad. Es mágico imaginarlo, pero en el fondo sé que todo es una farsa que invento en mi mente para no dar más vueltas a lo inevitable. Sé que se encharcarán mis sandalias en la espera porque no pronunciarás esas palabras. Sé que no vendrás a secas, y no lo harás porque no tiene sentido. Yo no lo haré porque no tengo el valor suficiente, porque yo sí que no tengo alma de aventurera.
Y al final será como una de las páginas que leo antes de dormir. La viviré con intensidad mientras dure la lectura, y después la pasaré y apagaré la luz. Sólo será una página entre cientos de páginas de un libro... entre cientos de libros en una gran biblioteca...
¿Y si pierdo el marcapáginas?
Nada es tan urgente, nada tan importante... nada merece más la pena que el instante que tenemos delante, y el siguiente, y la oportunidad de hacerlo diferente.
(Kase o)
6 comentarios
Dave -
Un saludo
pasaba por aqui -
Inchina -
La parte más real de esta es lo que Ana ha expresado: esa casa abandonada y ese álbum de fotos existían. Estuvieron frente a la mía durante 14 años y cuando la echaron abajo también echaron abajo todas las tardes que entré a investigar sus pasillos y sus jardines. Cada mueble y cada vidriera tenían una historia que compartían conmigo. Incluso ese álbum de fotos.
Ahora ya no vivo allí y hace ocho años que tampoco cruzo esa calle por miedo a descubrir que ya no está. Como dice Sabina "al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver".
El resto del post está más cercano a la ficción, por lo menos de momento. Aunque es posible que cualquier parecido con la realidad no sea una pura coincidencia... :)
PD: Conseguí rescatar una foto de aquel álbum (mi "marcapáginas" particular)
Ana -
netesfera -
nando -
De las cientos de páginas pasadas y leidas quedan recuerdos, sensaciones, vivencias... y en algunos casos, las ganas de volver a leerlas cuando son realmente hermosas.
los marcapáginas son para las historias ya escritas... la tuya está aún por escribir.
(o quizá por dibujar) ;)
muchos bikos!!