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Una Mujer Estresada

Desde mi ventana

Desde mi ventana Esto es lo que se veía desde mi vieja casa. Vivía en un ático y las madrugadas de agosto, cuando se acercaba la convocatoria de septiembre, hacía el descanso de mis horas de estudio en la terraza.

La casa blanca tiene la puerta del segundo piso abierta, como podéis ver. Siempre estaba abierta. Podía levantarme una noche de verano a las 5 de la madrugada o una mañana de invierno a las 8 y así me la encontraba siempre. Misteriosamente abierta.

Parece ser que fue la casa de un alcalde. La plataforma de hormigón que tiene al lado es otra casa que ese alcalde intentó hacer sin papeles (parece ser que era un pelín cacique. Como nota editorial he de señalar que los caciques son una especie protegida en tierras gallegas).

La casa tenía un jardín precioso, con palmeras y todo. Detrás del jardín está el ayuntamiento. Tenía una fuente justo en frente, pero creo que la quitaron. Anda que ya les vale, con la gracia que tenia hacer el tonto en la fuente las noches de juerga...

Al lado del ayuntamiento estaba la alameda. Cuando atardecía se encendían dos largas filas de farolas redondas. Y en las noches de verano ponían cine antigüo frente a los columpios.

Recuerdo que la farmacia de enfrente se llamaba "Eirin". Como Irlanda Libre. Cuando pasaba delante me imaginaba pidiendo una pinta de cerveza negra. Más adelante está el colegio de los niños y un consultorio veterinario. Vendían tortugas y pollitos. Una vez le compré un pollito a Natalia. recuerdo que el pienso me costó 100 pesetas.

En el boliche conocí a Óscar y a Sito. Me hicieron bajar la víspera de un examen para tomar algo y despejarme y me regalaron una rifa. Lo cierto es que nunca supe si me tocó
el premio.

Al fondo está el taller de Baldo. Iba allí a pintar algunas tardes. Recuerdo que una vez me recriminó por el tamaño de mi falda. Cuando volvía me picaban los ojos. Soy alérgica a ciertos pigmentos. Todavía no he terminado el primer cuadro que empecé allí. Estoy en ello.

Siguiendo la carretera había un pazo. Una noche nos propusimos entrar. Cruzamos los terrenos colindantes y en la entrada oímos un ruido. Salimos corriendo. Volvimos el domingo de día y lo investigamos, pero pasamos miedo igual. Recuerdo que escribi algo en las paredes del pasillo... pero ya no recuerdo qué escribí exactamente.

Hace año y medio que no voy allí. A veces lo echo de menos y otras veces no. Hoy me doy cuenta que cuatro años no se borran tan fácilmente :)

3 comentarios

cascabel -

ha sido precioso leerte :). me encanta cuando alguien escribe recuerdos... es tan magico colarse en el pasado infantil de alguien!
un besazo guapa!

nando -

me ha encantao el post. No se explicar la sensacion, si es melancolia, morriña, nostalgia o quizá simples recuerdos encadenados a tu memoria, pero me ha encantao leerte aunq no conozca ninguno de esos lugares. Siempre me ha gustado asomarme a la terraza y mirar a alguna parte, aunq la vista q tengo no es tan buena xq son edificios... :( pero de vez en cuando subo a la azotea, y puedo ver... más edificios. joooooo, yo quiero un poquito de campoooooo!!! bikoooos!!

david -

Morriña. La verdad es que te entiendo. Hoy hace un dia en satiago para estar mirando absorto por la ventana escuchando como el viento golpea los cristales. Quien mueve el viento?? Quien moja tus zapatos? Soy muy esceptico pero la gente como tu tiene a mi parecer un punto de romanticismo que hay que conservar. Qeu nadie te lo quite.

(PS. No podré ir al concierto porque me voy de Santiago en 10 dias pero me haria gracia ir para ver si te reconozco. ;-)