La bella y la bestia
Una noche del pasado verano decidí acostarme a eso de las dos de la madrugada. Puse la última canción en el equipo de música, me lavé los dientes, leí un rato y me metí en cama. Había visto una película de terror, pero era consciente de que la ficción es tan sólo eso... ficción, así que me propuse dormir sin sobresaltos.
Entonces, poco después de apagar la luz, un aleteo infernal me despertó a oscuras. Y fue en ese momento cuando empecé a pensar que quizá no todo lo que había visto en la película tenía que escapar necesariamente a la realidad... quizá aquellos espantosos seres habían distinguido mi rostro al otro lado de la pantalla y se habían propuesto hacerme pasar una noche infernal en toda regla. ¿Desaparecerían si me escabullía entre las sábanas, como hacía cuando era pequeña?
No, no fue así. El aleteo era cada vez más y más intenso. Desde un pequeño rincón de mi cama, dudaba en si meter la cabeza debajo de las sábanas o ser lo suficientemente valiente como para sacar la mano fuera de la cama y encender la lámpara de la mesilla de noche.
Y lo fui. Ni siquiera lo pensé, simplemente extendí el brazo y me dije que sea lo que Dios quiera. Y mis dedos buscaron desesperados el interruptor de la lámpara. Entonces, el aleteo cesó. Mi mirada empezó a recorrer todos los pequeños rincones del dormitorio, empenzando a hacerme creer que la imaginación me había jugado una muy mala pasada.
Pero, de repente, mis ojos se pararon en la balda más alta de una pequeña estantería. Allí, una paloma muerta de miedo estaba posada sin saber qué hacer ante el extraño monstruo que estaba agazapado en una cama. Me levanté, la cogí y abrí la ventana para dejarle volver a casa.
Es extraño cómo a veces las cosas se vuelven tan relativas, según el ojo que las contemple. Allí, a oscuras, no sé quién de las dos pasó más miedo, o quién pensó en más alimañas acechando en las tinieblas del cuarto. Lo único que sé es que al final para mí sólo fue una paloma asustada, pero... ¿qué fui yo para ella?
Entonces, poco después de apagar la luz, un aleteo infernal me despertó a oscuras. Y fue en ese momento cuando empecé a pensar que quizá no todo lo que había visto en la película tenía que escapar necesariamente a la realidad... quizá aquellos espantosos seres habían distinguido mi rostro al otro lado de la pantalla y se habían propuesto hacerme pasar una noche infernal en toda regla. ¿Desaparecerían si me escabullía entre las sábanas, como hacía cuando era pequeña?
No, no fue así. El aleteo era cada vez más y más intenso. Desde un pequeño rincón de mi cama, dudaba en si meter la cabeza debajo de las sábanas o ser lo suficientemente valiente como para sacar la mano fuera de la cama y encender la lámpara de la mesilla de noche.
Y lo fui. Ni siquiera lo pensé, simplemente extendí el brazo y me dije que sea lo que Dios quiera. Y mis dedos buscaron desesperados el interruptor de la lámpara. Entonces, el aleteo cesó. Mi mirada empezó a recorrer todos los pequeños rincones del dormitorio, empenzando a hacerme creer que la imaginación me había jugado una muy mala pasada.
Pero, de repente, mis ojos se pararon en la balda más alta de una pequeña estantería. Allí, una paloma muerta de miedo estaba posada sin saber qué hacer ante el extraño monstruo que estaba agazapado en una cama. Me levanté, la cogí y abrí la ventana para dejarle volver a casa.
Es extraño cómo a veces las cosas se vuelven tan relativas, según el ojo que las contemple. Allí, a oscuras, no sé quién de las dos pasó más miedo, o quién pensó en más alimañas acechando en las tinieblas del cuarto. Lo único que sé es que al final para mí sólo fue una paloma asustada, pero... ¿qué fui yo para ella?
5 comentarios
nando -
pd: y solo decir q como asustar, poniendome en situacion, me asustaria mas verte a ti en la habitacion q a la paloma (xo solo xq eres mas grande, vamos...) ;) un bikooo!!
Inchina -
Ayy David... me recuerdas a mi profe de ética, que decía que los perros no sentían, porque sólo tenían instinto. A mí me gusta imaginar que sí :)
david -
nando -
Vero -